Vuelta a la tradición
Cuando se lee a los blogueros gastronómicos es fácil encontrar sus consejos sobre la forma de adornar una mesa. Si la época corresponde a la Navidad se hace con guirnaldas, manteles de hilo y vajillas de porcelana decorada. En verano el lino y la batista se mezclan con piezas de fondo blanco y decoraciones a todo color. Los hay que rescatan los servicios de mesa familiares, otros desempolvan los regalos de boda y los más jóvenes acuciados por su falta de tiempo ,se dirigen a Ikea o tiendas similares cercanas.
Son éstas las dos estaciones que acaparan más del 60% de las ventas.
Me refiero a Ikea porque la llegada de sus platos a precio de vidrio Duralex de los 80 desterró en España a los servicios de más de 48 piezas. La crisis terminó por apuntillar a una veintena de fabricantes españoles algunos tan emblemáticos como Sargadelos, Bidasoa o Santa Clara de las que en otra entrada del blog ya os comentamos. La producción se polarizó entonces entre cuatro fabricantes españoles de calidad que innovan el mercado con vajillas de 20 y 27 piezas para seis personas y limitan su utilización a platos de porcelana de bajo precio importados del sureste asiático y Turquía. Todo ello, con la ayuda necesaria de las grandes cadenas de distribución. Las soperas , las fuentes y las ensaladeras casi son historia. Siendo Ikea el rey de este concepto, también la francesa Carrefour se ha subido recientemente a la ola.
¿Qué hacer en un País como el nuestro de larga tradición ceramista y alfarera? Cuando escuchas a los expertos, la solución más viable sería la sustitución de tiendas de calle por la venta en internet.
Es la única forma de mantener la importancia del producto. El argumento, casi unánime, es que las vajillas completas de calidad, únicamente, están al alcance de unos pocos. Solo los mercados externos soportan con firmeza una estructura de precios. La reconstruida Sargadelos y la Cartuja de Sevilla han vuelto a crecer gracias a ellos. La primera, fundada en 1806 se recupera con sus ventas a México y EEUU , la segunda que fue rescatada en el año 2014 está creciendo por igual motivo.
Desde esos años de fundación muchas fábricas han llegado hasta nuestros días, otras fueron incapaces de sobrevivir o trasladadas a terceros países como el caso de la asturiana San Claudio. Todas ellas se merecen nuestro aprecio. Nacieron en una época en que la burguesía cambiaba de costumbres, se comenzó a demandar vajillas del exterior y fueron muchos los maestros que llegaron de Francia e Inglaterra y nos aportaron sus conocimientos. Ejemplo de ello lo tenemos en el inglés Charles Pickman que compró un antiguo monasterio cartujo de santa Maria de las Cuevas para instalar allí su fábrica.
